Estos días azules y este sol de la infancia...
El sol de nuestra infancia... ¿Qué tiene el verano? Será el buen tiempo, la ociosiodad de la infancia, tal vez. Cuando el verano significaba el fin de las clases, de la condena implícita que traía madrugar, estudiar, ir a clase y hacer deberes... Salir cuando se hacía de noche, volver para cenar y ducharse. El verano parecía inmenso, un mundo lleno de posibilidades que al principio se agarraba con ganas fieras y que después podía incluso a aburrir. Los días se estiraban, las semanas parecían eternas y el calor acompañaba con un sol que picaba, con el sonido de las chicharras y el ansioso contar de las horas, con la promesa de poder zumbullirse en el agua. El verano, donde visitabas un pueblo que se volvía desconocido el resto del año. Visitar a los abuelos, estar con los primos, las comidas familiares... Los juegos que surgían con el aburrimiento... La agradable frescura de estar en el agua hasta que los labios se ponían morados y te obligaban a salir del agua... Los veranos flot...