La importancia de una habitación propia

 


¿Qué necesitan las mujeres para ser libres?


Aunque un poco más tarde que mis compañeras y con el día de la mujer olvidado por puro despiste, no he querido dejar pasar la oportunidad de hacer, a mi manera, el honor a todas las mujeres que nos han precedido y que tan difícil lo tuvieron en un mundo dominado por los hombres. Virginia Woolf, nacida a finales de la época victoriana en Londres, nació en el seno de una buena familia. Pese a esto y que en su casa el conocimiento siempre fue cultivado, fueron sus hermanos los que tuvieron derecho a una educación. Pese al ambiente liberal que se respiraba en la casa, donde la literatura, la política y el arte se daban la mano, parecía que esa libertad estaba solo reservada a los hombres. Sus hermanos pudieron ir a la Universidad. Y ella, sin embargo, desde el nacimiento ya tenía escrito que debía quedarse a cuidar a su padre y, por tanto, no podía salir de la casa. Su educación fue de la mano de profesores particulares y tutores. 

Su vida fue triste desde el inicio. La muerte de su madre siendo muy joven, seguida de la de su hermana y la posterior muerte de su madre. Los abusos a los que la sometieron sus hermanos... Con solo veintitrés años ya había intentado suicidarse. Fue, sin embargo, la muerte de su padre, la que al fin le abrió las alas a un mundo nuevo. 

Se mudó tras el fallecimiento de este a Bloomsbury donde tendría lugar el famoso "Círculo de Bloomsbury", donde los intelectuales de la época se reunían en algo semejante a los salones que desde el siglo XVIII estaban en auge en Francia. Fue en este contexto donde nació la escritora.

"No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente".


La escritura como salvación... y como perdición.

Virginia siempre tuvo una salud mental delicada. Largos períodos de tristeza y melancolía, de una profunda depresión que se volvía tan asfixiante que deseaba quitarse la vida. Decía que la escritura la ayudaba, y a la vez, era después del esfuerzo de la escritura cuando venían los mayores ataques.


Se veía reflejada en esos personajes llenos de melancolía, depresión y escepticismo. Unos personajes en los que la idea de la muerte y el suicidio no deja de reflejarse, de ser un protagonista más en las obras. Personajes encerrados en sí mismos que tienen miedo de relacionarse con los demás, a los que el mundo se les antoja algo desconocido, misterioso. Personajes que nunca parecen saber por qué están ahí y se dejan arrastrar por la marea.


Sus obras, de la misma forma, creo que están cargadas de una dulzura difícil de explicar. Hay desolación, pero también ratos para la esperanza, para la alegría genuina. Leer sus obras es complicado, porque debe hacerse un pacto de antemano. Debes acceder a que, mientras lees a Virginia Woolf, solo puedes estar para ella. Debes acceder a pasar una tarde entera, días, semanas, en los que la obra viva en tu cabeza constantemente. Creo que ese el dilema, lo que hace que unos la odien y otros la amen. Un pacto secreto que debes aceptar si quieres entrar en su mundo... ¿Y acaso no tiene sentido? ¿Quién abre las puertas de su corazón sin esperar al menos un compromiso? Creo que la obra de Virginia es lo más parecido que tenemos a poner en palabras la música impresionista, esa música de Debussy, que muchas veces no sabes hasta dónde se dirige, que es abrumador intentar encontrarle sentido... Y es que tienes que dejarte arrastrar, ceder a que no lo puedes controlar... Y solo en ese momento, cuando ya estás dentro, puedes disfrutarla y comprender. Es en ese momento gratificante, un secreto cómplice que pese a separarnos siglos puede seguir compartiendo. Una ventana abierta por la que se cuela un rallito de sol que de una forma tan amena calienta el pecho. Virginia Woolf es un abrazo directo al alma.


Mis libros preferidos

Están los libros más famosos, que aunque no leídos, todo el mundo ha escuchado. Una habitación propia, por ejemplo, ese ensayo sobre lo que necesitaba una mujer para ser libre y poder dedicarse a la creación literaria. Orlando, probablemente su obra más famosa, aunque no mi preferida.




Si tuviera que elegir una obra para comenzar, creo que la más fácil para adentrarse en este mundo es La señora Dalloway, una obra amena que encierra todo el estilo de Virginia sin que se haga abrumador. Después, tal vez, ir hacia El Faro o Las Olas, obras más complejas, que si no con más envergadura, sí con un pensamiento que se lía más y necesita ese pacto previo, no llegar sin previo aviso.





Enlaces de interés...

Nuestra historia ya va a terminar, pero espero que esto no sea suficiente y necesites más. Aquí tienes un par de enlaces por los que empezar...


 Virginia Woolf, escritora atormentada

 La escritoria premonitoria inagotable



La enfermedad venció

Por desgracia, como el secreto a voces que se trata en nuestra época y esa pirámide de genios destruidos que tanto nos gusta alabar, el final de Virginia Woolf no fue uno agradable. La tristeza, esa melancolía asfixiante de las que están bañadas sus obras, la venció e hizo que una mañana llenase los bolsillos de piedras y se lanzase al río, dejando una carta a su marido y otra a su hermana, ante del suicidio que sí le arrebataría la vida. 


Le suponía un esfuerzo escribir, pero aun así, pese a los consejos de los médicos, continuó escribiendo. Creo que, aunque la escritura le despertase todos aquellos sentimientos y embrutecieran la enfermedad, también la mantenían viva. Hizo ese esfuerzo porque necesitaba escribir, porque necesitaba poner en el papel lo que llevaba dentro, enseñar ese mundo que tanto le dolía sentir. Y ahora, sabiendo el legado que nos deja, ¿cómo no darle al menos una oportunidad y entrar en su obra? Dejar que el sol nos llegue y ese rallito tímido nos caliente el alma.



M.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué el 8 de Marzo se celebra el día de la mujer trabajadora?

Estos días azules y este sol de la infancia...

Dia de la Mujer